El sodio es un macromineral que nuestros músculos y nervios necesitan para funcionar correctamente, un nutriente presente en un gran número de alimentos y que también participa en la regulación de la tensión arterial, la permeabilidad de las membranas, la transmisión nerviosa o el equilibrio osmótico; es decir, la concentración de sustancias dentro y fuera de las células. Sin embargo, el sodio también está vinculado a muchos problemas de salud, pues una ingesta excesiva puede provocar retención de líquidos o hipertensión arterial, entre otras afecciones. Con una pequeña cantidad de sodio los beneficios están asegurados, pero el consumo se ha multiplicado en los últimos años.
Un superávit de sodio que desemboca, por ejemplo, en enfermedades cardiovasculares, insuficiencia hepática, osteoporosis o incluso algunos tipos de cáncer, además de los trastornos antes expuestos.
Frutas y verduras
Como es bien sabido, la incorporación de una amplia variedad de frutas y verduras a nuestra alimentación siempre es buena idea y las dietas bajas en sodio no son una excepción. Frente al queso, los embutidos, los aperitivos salados o las preparaciones de pasta, entre otras opciones ricas en sodio, encontramos verduras tan apetitosas como la zanahoria, el brócoli, el rábano, la alcachofa, la coliflor o las acelgas. En el caso de las frutas, la mandarina, los arándanos, las fresas, las uvas, los higos y la manzana también presentan un aporte escaso de dicho mineral.
Cereales
Los granos enteros e integrales, como el arroz, la quinoa y la avena; así como los ingredientes elaborados con ellos, como la pasta, el bulgur, el cuscús o el pan, toman el relevo de los cereales instantáneos que solemos consumir a la hora del desayuno, el pan de rápida preparación, la harina leudante o los paquetes comerciales de pasta y arroz. Además, dentro de este grupo carente de sodio, encontramos también el café o el maíz, con el cual podemos preparar una buena ración de palomitas sin sal añadida. Asimismo, legumbres como las judías, los garbanzos y las lentejas también son recomendables.
Carnes
En este caso, únicamente son aptas las carnes magras y frescas como, por ejemplo, la pechuga de pollo o de pavo sin piel ni adobo. También los cortes magros de carne de res o de cerdo y las vísceras, es decir, el hígado, los riñones, la lengua o incluso el corazón, una gran fuente de hierro y zinc. Por el contrario, hay que evitar la carne ahumada o salada, los precocinados congelados que incluyen este ingrediente, como las croquetas o los canelones; la carne de caza o los embutidos en general. Algo que sí es beneficioso para este tipo de dieta son los huevos.
Pescado
Con el pescado ocurre algo parecido, la mejor opción son las especies magras y frescas. La dorada, el bonito, el atún, el congrio o la trucha son los que poseen menos cantidad de sodio en su composición. Al contrario que la caballa, el bacalao o el mero.
Con los mariscos en general también hay que mantener un poco las distancias, al igual que con las huevas de pescado o cualquier sucedáneo, y los productos precocinados, curados y ahumados de pescado, como las sardinas o las anchoas.
Fuente: El confidencial