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Enseñar a los niños a comer

Enseñar a los niños a comer

Enseñar a comer es también una parte importante de la educación de nuestros hijos: ya no solo por su desarrollo físico, sino también porque podemos educar su voluntad, ejercitar que sean obedientes y crezcan con un carácter recio. Cuando los niños no quieren comer, se levantan de la mesa muchas veces a lo largo de la comida, se distraen con cualquier cosa… conviene tomar medidas y enseñar a los niños a comer.

El momento de la comida, que debería servirnos para pasar un rato en familia y hablar juntos, se puede convertir en una pesadilla cuando los niños se comportan de manera inadecuada, no muestran respeto por los alimentos que van a recibir, juegan con los cubiertos o no siguen un tema de conversación en la mesa con sus padres.

La actitud de los padres en la mesa

En primer lugar, es muy importante la actitud de los padres frente al «momento comida»: los niños nos observan continuamente, y si ven que nosotros estamos nerviosos o en estado de ansiedad, en muchas ocasiones pueden aprovecharse de esa situación. Por lo tanto, debemos estar tranquilos y pensar también que si un día el niño se va a la cama sin , no es un drama.

A vueltas con la comida: ‘no me gusta’

Otra cuestión importante es la de las apetencias. A algunos niños, les cuesta mucho comer determinados alimentos, como pueden ser las verduras, los pescados o las legumbres. Y los padres podemos caer en la tentación de, por no pelearnos con ellos, no servírselos. Además de que para su buen desarrollo físico, los pequeños han de comer equilibradamente de todo, esto también los ayudará en su desarrollo emocional.

Los padres en esos casos deberemos echar mano de la picardía e intentar que coman de todo con argumentos como: «¿sabes por qué Spiderman está tan fuerte? ¡Come muchísimas verduras!».

También es importante que seamos conscientes que son niños, y que las cantidades que les pongamos en el plato deben ser adecuadas. Aunque parezca obvio, a veces les pedimos esfuerzos que no son capaces de asumir.

Por último, debemos fijarnos también si el niño sufre alguna intolerancia alimentaria. Si le cuesta mucho tomarse el yogur, y lo vomita varias veces, quizás se deba a una intolerancia y no a una rabieta y será bueno que consultemos con el pediatra.

Fuente: Hacer Familia

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